Avanzan sigilosos y colonizan el inconsciente. Repetitivos y pegajosos, pueden generar tanto afecto como rechazo en los oyentes involuntarios. Sin embargo, para halagos o críticas, los jingles políticos siempre se las ingenian para estar en boca de todos y ejemplos sobran: del inolvidable Menem lo hizo al alperovichista Vamos por más.

Estos breves segmentos musicales que publicitan candidatos empezaron a reeditarse por estos días en la provincia y prometen proliferar a medida que avance el cronograma electoral.

Por ahora, la mayoría de estas canciones publicitarias es del oficialismo, pero ya han comenzado a aparecer las de opositores. Una de ellas es la de Luis José Bussi.

Parecen simples y duran pocos segundos, pero detrás de ellos hay semanas de trabajo, estrategias y equipos de trabajo.

Chicles para los oídos
La fórmula parece sencilla: una canción simple y breve que se pegue al público. Esteban Márquez, músico y productor, describe a LA GACETA cómo es la cocina de un jingle. "La canción publicitaria debe ser como un chicle: pegajosa. Pero, en particular, se debe repetir mucho para lograr que quede en la gente", sintetiza Márquez, rodeado de instrumentos musicales en su estudio, uno de los pocos en la provincia que se dedica a elaborar jingles políticos y comerciales de manera profesional.

Entre sus clientes se destacan el Gobierno de la Provincia y algunas reparticiones estatales, de acuerdo con la página web de la empresa.

Márquez explica que hay dos tipos de jingles: covers (versiones alternativas de temas reconocidos) y originales. "Los covers son mejores para este tipo de promociones (las políticas) porque son melodías conocidas. La ventaja es que está instalada y hay que trabajar sólo con la letra. En cambio, el inédito debe tener un proceso de mayor difusión", detalla.

El músico revela que los políticos locales, en general, tienen debilidad por los temas de moda. Los preferidos: Soy feliz (Ricardo Montaner) y Loba (Shakira). "Trato de explicarles que es mejor algún clásico o algo original. Porque puede pasar que surja otro candidato con la misma música", afirma. Por otro lado, Márquez asevera que el costo de los jingles está vinculado con el proceso creativo que implican (casi dos semanas) y con las características de cada tema.

Márquez enumera: "primero recibo toda la información sobre el candidato o el partido. Luego, preparo la melodía, que debe ser simple, porque es lo primero que capta el oyente. Por último, se compone la letra. Eso sí, no debe tener más de 30 segundos de duración, salvo casos excepcionales. El final, el remate, lo da el locutor. Esa voz, pasa en concreto el mensaje de toda la canción ".

El músico detalla que el trabajo debe ser cuidado y prolijo. Fundamentalmente, para no generar rechazo en el público.

Además, tiene estar a tono con la imagen del candidato y del resto de los recursos de la campaña. Sin embargo, lo más costoso, según aclara, es la difusión.

El valor de los vocablos

Matías Carretero es un joven cantante y locutor que pone su voz a jingles políticos. El cantante de la banda Ferreyras admite que es un trabajo entretenido y diferente, pero que tiene que realizarse con seriedad: "lo que se trata en estos temas no son cuestiones livianas, sino contenidos sociales. El compromiso es más fuerte".

Carretero destaca el valor de los vocablos clave que acompañan la melodía: "el nombre del candidato, el cargo al que se postula y la palabra votá tienen que estar precisas, entendibles y limpias. Pero son palabras que deben estar previamente estudiadas. Lo que nunca debe suceder es generar una mala imagen al postulante. Es un trabajo serio", concluye.